Infinita amistad + viaje del amor = Amigos
Camino de la buena suerte…(amigos)
Amistades, amigos. Os pongo en situación, año 2010. Años un tanto convulsos, que os voy a contar que no sepáis. Crisis, amistades separadas y demás brebajes que hacían que el contexto, estuviera un tanto deprimido. No era para menos.
Pero de entre esos días, surgió algo inesperado. Me invitan a un viaje, Cancún- México. Diez días en el paraíso. Al principio, me hizo ilusión, gracia. Pero no terminaba te tenerlo claro, quizás el contexto en el que estábamos inmersos, de una manera u otra me había afectado. Mis amigos no estaban. Estaba dubitativo. Hasta que una noche de estas tontas, que duermes, te despiertas, piensas, le das vueltas. Me dije Alber, voy. Termine por decir: ¡ Si quiero !, amigos.
Llegó el día, me veo en el aeropuerto de Madrid. Esperando abordar el avión con cientos de personas, miraba a los grupos de amigos que viajaban, les observaba. Un Boeing 747, en la pista. Esperado a volar conmigo dentro (nota informativa: un avión de este tipo lleva casi unas quinientas plazas, ¡una locura!). comienza el abordaje de los casi quinientos pasajeros, cada uno se dirige a su sitio, yo me voy al mío. Todo maravilloso. ¡A volar pajaritos!.
Llego a mi asiento, me toca ventanilla. A mi lado, vecina de asiento, nervios, un poquito de incertidumbre, que es un viaje largo y como te toque el típico pesado, me iba dar el viaje. No tengo dificultades para hacer amigos, pero eran muchas horas encerrados. Pero no fue así, andaluza con un arte que quita el sentido y seguida a ella, una Lady Cantabra que no podía ser más fina.
Me voy a detener en la andaluza, un momento amigos. De nombre María José, ¡¡La Pantoja!! (nota aclaratoria: “la panto” para los amigos). Como os comente iba con cierto miedo, nunca sabes lo que te va a tocar, había más invitados en el avión. No tenía ni idea de la clase de personajes que me podían tocar de compañeros de viaje.
Allí a menos de veinte centímetros, de distancia. Estaba ella. Me miró y como el que te conoce de toda la vida, se puso hablar conmigo. Empezó preguntándome como estaba, a lo cual yo recuerdo que le respondí, un tanto tímido. “Bien, muy bien, un pelín cansado, anoche no dormí bien y ahora ocho horas de vuelo… ¡¡uff!!. Creo que necesitaré dormir algo. Por si acaso yo establecí mi límite.
Pero a ella le dio igual, siguió su pequeño interrogatorio, me pregunto si venia al viaje de invitado, mi respuesta fue obvia. Me miro, miro alrededor, me volvió a mirar, esbozo una sonrisa y me dice, “maravilloso, ahora cuando pase la azafata, le pedido un vino o algo de beber, ¿no?. Como bien sabéis, el Alber es de planes improvisados y pensando en lo que me esperaba por delante, ocho horas. Me lance y la dije que si, que la acompañaba a tomar algo y ya de paso aprovechaba para relajarme un poco.
Tres preguntas, amigos. Ni una más, ni una menos. Tres preguntas clave, para romper el hielo cuando vas en un avión a unos pies de altura. En ocasiones aparecen personas que te sorprenden, pasan de ser auténticos desconocidos a conectar contigo de una manera muy íntima.
En este caso, que decir, una espectacular mujer. Me hizo reír muchísimo, consiguió hacer que no me sintiera tan tenso. Tuve muy claro que no me separaría de ella, en toda la aventura. Tras unas horas de vuelo, alguna que otra copita de vino, una conversación interesante, de esas en las que da igual lo que haya alrededor, amigos de toda la vida. Se nos escuchaban las carcajadas, en todo el avión. Hasta que apareció ella.
Pensé, este avión es un cachondeo. Parecía un centro comercial en hora punta, de arriba para abajo. Yo que soy muy cuidadoso con las medidas de seguridad dentro de los aviones, podéis imaginar.
La cuestión, aparece una chica, sin pensárselo dos veces. Nos abordo directamente, ¿¿qué?? ¿¿ vosotros también venís a viaje, no?? ¿¿ ya os conocíais o ha surgido aquí??. Yo no daba crédito. Aprovecho que la azafata se acercaba, para pedir una copita de vino, se sentó con nosotros, comenzamos la junta en petit comité…
Os puedo asegurar, que fueron ocho horas de vuelo, Madrid – Cancún. Que jamás borraré de mi mente. La llegada al aeropuerto, un tanto perjudicados. Del vuelo, entre otras cosas. El autobús, nos estaba esperando a unos metros de la salida, éramos unos cuarenta invitados. Con lo cual, ya se iba viendo quienes iban a ser los afortunados compañeros de aventura en el paraíso.
Dentro del autobús, toda la comitiva. Empezamos a rodar por Quintana Roo, una hora y media por la carretera de Cancún-Tulum, hasta llegar a Riviera Maya, nuestro destino final.
¡Aquello ya fue un desbunde! Aparece la típica “preguntona”, abrumándote con una pregunta tras otra. Mire a la Panto y le pregunte que si era de las nuestras, otra amiga más. La Panto estaba totalmente obnubilada, como en shock. ¡¡Nena!!, ¿cómo te llamabas? Que con esto del vuelo, las alturas, presiones, no me he quedado con tu nombre.
Tere, me dijo que se llamaba Tere. Al escuchar su nombre, mi cabeza lo asocio con tequila. Junte las dos, es decir, hice una combinación con ambas palabras y me salió “Teretekila”, y se quedo con el apodo. ¡Se sumo a mi lista de amiguísimas de viaje!
Llegamos al hotel amigos, Riviera Maya. A unos treinta y cinco, cuarenta minutos de Playa del Carmen (nota informativa: atentos al dato). Hicimos el checking, reparto de habitaciones. Me separan de “La Panto” y “Teretekila”. Me ha tocado bungalow. Compañero, futuro amigo, un tal José. Un chico canario, que tenía muy buena pinta, se las traía también el amigo. Dejamos las maletas y juntos salimos a explorar un poco el lugar.
Casualidades de la vida, nos encontramos con Tere, sus compañeras, amigas y la Panto. Todos sabemos que cuando varias mentes activas se juntan con un fin en común, la cosa puede acabar de manera explosiva.
En cuestión de minutos, estábamos en la piscina del hotel. Todos allí metidos, se había ido avisando unos a otro y cuando fuimos conscientes, estábamos los cuarenta metidos en el agua, en horas en las que no se podía. Para remate, como era un todo incluido, podéis imaginar como teníamos a los camareros. Acribillados a Coco Locos, que nos los traían en varias bandejas a la vez, para todos. Una bendita locura. Así transcurrió el primer día.
La comida, que decir. Los restaurantes fueron en incremento, os animo a que uséis vuestra imaginación. Por la noche, tuvimos la gran idea de escaparnos, a Playa del Carmen. El mini grupo, amigos: Tere, La Panto, algunos más, servidor incluido. Teníamos que seguir un protocolo, os pongo en situación.
A las afueras del Resort, había una fila de taxis. Nos repartimos para realizar el regateo, hasta que conseguimos varios taxis a buen precio, dirección Playa del Carmen. Cuando llegamos hicimos un “reconocimiento de la zona”, era la primera noche que paseábamos por aquellas calles, era nuestro “Spring Break”.
Hasta que llegamos a “Mandala”, que curiosamente en la cultura buda significa, “la evolución del universo respecto a un punto central”. Ese fue nuestro templo, el punto central que iba a evolucionar en el universo, nuestra amistad con “Teretekila”.
El viaje fue increíble, recorrimos casi toda la península del Yucatán, Cancún y su famoso Mercado 28. Mercado con buenos precios en artesanía mexicana, se pueden encontrar cosas interesantes, para alimentar los recuerdos, amistad.
Visitamos Valladolid, amigos. Ciudad fundada en 1543, por Francisco de Montejo. El Sobrino, con el propósito de dominar la región. A la llegada de los españoles, era controlada por los Cupules (nota histórica: nombre de los pobladores de un cacicazgo maya o kuchkabal, en la época de la conquista del Yucatán), fue llamada así como homenaje a la ciudad española, del mismo nombre.
Os podéis imaginar el calor que hacía, por lo que visita obligada, los famosos Cenotes. En concreto, Ik-Kil Cenote, se encuentra a las afueras de Pisté, en el municipio de Tinúm. Mas exactamente en el norte de la península del Yucatán, forma parte del parque arqueológico Ik Kil. Chichén Itzá, se encuentra muy cerca. Un esplendido lugar que no puedes perderte, si visitas la península y menos en buena compañía.
El viaje dio para mucho, aparte de divertirnos y pasar momentos inolvidables, visitar lugares increíbles, mágicos. Aprovechamos para intercambiar, experiencias de vida personales. Amistad.
Entre las ruinas de Tulum, ciudad amurallada de la cultura maya, ubicada en el Estado de Quintana Roo. En sureste mexicano, justo en la costa del mar caribe que ahora es el gran atractivo turístico de la Riviera. La ciudad maya, situada dentro del Parque Nacional Tulum, Tere y yo. Dimos rienda suelta al destino, nos contamos nuestras penas, alegrías, triunfos, fracasos, en fin. Entre esas ruinas nos hicimos AMIG@S.
Ha pasado más de una década, el “Viaje del Encuentro”. El Alber y Teretekila, siguen compartiendo aventuras, experiencias. No solo en viajes, en nuestras vidas, teníamos que cruzarnos, el destino. Nos hemos acompañado en momentos difíciles y de gran alegría. Miles de aventuras e historias, llegaron después de México lindo. Nuestro vinculo cada vez, más fuerte.
México, Mandala, Tulum, me regalaron a un ser maravilloso, con el cual puedo decir a día de hoy, comparto “la vida”.
Hace algún tiempo, leí un articulo que decía algo así como: ”Hacer amigos mientras viajas, es bueno para la salud”. Abre tú mente, te ayuda a ser mas flexible en tu día a día, aumenta tú empatía. Porque conoces otras culturas, personas con tus mismas afinidades, pero con diferente visión, es la mejor manera de conocer un país, una cultura y a ti mismo.
P.D.: Viaja, date la oportunidad, abre tú mente y lánzate. Enriquece el alma y te hace mejor persona. Que hermosa puedo ver la vida a través de tus ojos.
Alber
P.P.D : Queremos cosas diferentes, pero esto no significa que no podamos hacerlas juntos. No solo es un viaje, es un recuerdo de por vida. Los viajes, llevan poder y amor a tú vida. Amistad, amigos.