Abordo o al abordaje.
Turismo Emocional
Ahora que las temperaturas empiezan alcanzar sus máximas. The summer is coming!!!! llega el calorcito, el aire empieza a oler a coco, sandia, sal, cítricos… A vacaciones!!! y las opciones por lo que parece no son muy variadas, pero las hay. Eso es lo importante, por lo menos tenemos alguna.
Al abrir la caja, mi cajita viajera. Lo primero que mis ojos alcanzan reconocer es un trozo de cuerda. Mi ‘’Homer Simpson’’ particular aparece para preguntarme, ¡¡¡¡un trozo de cuerda!!!! Pero a los segundos mis neuronas conectan y la imagen aparece ante mí, agua, mucha agua… ¡¡¡mar!!! Es un trozo de cabo para amarre de barco, bueno para ser más concreto de un velero. Que aunque no lo parezca el Alber tiene su punto sostenible, quiero decir ecológico, no es que sea la persona más idónea para defender el planeta, pero tengo mis puntos y este fue uno de ellos.
Estaba disfrutando de mis maravillosas vacaciones. Un cóctel, fresquito y con un puntito de una ginebra. Que te sabía a gloria y devorando como un poseso las páginas de un libro, claro todo esto en mi tumbona frente al mar. Con el escenario de Ibiza de fondo o mejor dicho yo inmerso en él.
Como bien es conocida la isla pitiusa, ese magnetismo solo puede hacer que lo allí suceda sea mágico, y ocurrió. No sé cómo ni porque, pero cuando quise ser consciente ya estaba sentado en la tumbona de al lado. Mirándome y sin parar de hablarme, mi cerebro no daba para más. No podía dejar de mirar esos ojos, esos brazos, esas manos!!!!.
Alber controla que como pierdas el control estamos jodidos y acabas de empezar las vacaciones, relax, calma, respira, aire, aire…. En cuestión de unos minutos me lie la manta a la cabeza y como un auténtico pardillo, totalmente embelesado por esa belleza. Me vine arriba y me lancé a la piscina, más bien a las olas diría yo en este caso.
Velero, no hay más que añadir, toda una hazaña. Partiendo de la base, que el agua me gusta, pero el alta mar me horroriza. Y aunque el tenía el carnet de patrón y presumía de una experiencia abismal. No terminaba de convencerme, pero aquí el Alber, no podía desaprovechar esa oportunidad. ¡¡ Vacaciones!!
Me acomodé como pude en un ladito del velero, como si formase parte del mobiliario, estaba realmente acojonado y aquello no paraba de moverse, en cosa de cinco minutos estábamos empezando a tomar velocidad, rumbo al paraíso de Formentera.
El aire se había levantado y aquello se movía que daba gusto, un traqueteo, un sol, un calor, para un lado para otro, hubo un momento que no sabia donde meterme y claro vomitar no entraba dentro de mis planes. Que imagen le iba a dar a mi príncipe de Disney, agarrado al timón, moviendo las velas, el sudor recorriendo su frente. Y yo blanco, morado, de todos los colores, vamos que estaba empezando a recordar el menú de mi primera comunión. Mejor dejémoslo ahí, que solo de recordarlo se me revuelve todo. Pero ahí aguante el tipo como un campeón.
Hasta que llegamos a una cala, ahí vi el cielo abierto, por fin íbamos a parar. Pero mi querido príncipe, no tuvo la mejor idea que cogerme de un tirón para plantarme un beso. Pero lo que el pobre se llevó, fue un beso. Un buen beso desde lo más profundo de mí interior, mí estómago.
Me quise morir, no supe donde meterme y no tenía tierra para poder salir huyendo. La mejor opción, empezar hacer el tonto y disimuladamente tirarle al agua, como el que está jugando. Estuve el resto de la tarde sin atreverme a mirarle a la cara y eso que la Cala Saona, es para no quedarse callado. Es todo un espectáculo.
No tuve agallas de decir nada. Hasta que mi príncipe hizo magia, entendió que era mi primera vez a bordo de un velero y sobre el mar. Gracias a la música y a la inesperada fiesta que nos encontramos, pude enmendar mi cagada. Con los pies en la tierra aproveche para sacar toda mi artillería y volver loco a mi príncipe.
Volvimos al velero. Y él me hizo ser partícipe de un atardecer como solo te imaginas en las películas. Pero aquel era real, unos colores, una mezcla, una sensación, magia. No hay adjetivos para describirlo. Hay que vivirlo y he de reconocer que un velero te permite poder tener esa intimidad, acceso a rincones y vistas, un tanto inaccesibles. Y allí la pasión, el amor, la luz se fue apagando y la noche nos fue envolviendo entre un manto de estrellas. Esto solo podía ocurrir en Ibiza.
Menudas vacaciones. Desde aquella experiencia, he de reconocer que no he vuelto a rechazar ningún paseo marítimo, independientemente del modo. Os animo a que lo probéis, a parte ahora que estamos en este momento tan sostenible y empezamos a ser conscientes, vamos a seguir aportando ese granito de arena para conservar y cuidar nuestro hogar, porque no ser una Greta Thunberg mediterránea.
P.D: el maravilloso príncipe de Disney, desapareció. Y aunque me lo volví a cruzar varias veces por la isla, no volvió a dedicarme ni una sola mirada más….
2 Comentarios
Buenas Alber, me ha encantado tu historia y que manera más bonita y original de presentarnos Ibiza.
Espero el siguiente destino.
Guau que pasada me ha encantado tu historia Alber que maravilla para hacernos ver como viajar a Baleares con esas preciosas imágenes que bien la definen
Gracias por ayudarnos con esta descripcion