Viaje, fe, destino y relidad
Camino de la buena suerte
Viajar de vuelta a la realidad, dejé en mi querida cajita la quilla. Hacia tiempo que no la tenía entre mis manos. Ha sido tocarla y al momento he viajado desde mi salón a esas playas lejanas, infinitas. Justo debajo, asoma la medalla. Medalla católica, souvenir Santa María de Marija Bistrica (nota geográfica: Croacia). Mi siguiente viaje emocional o místico, diría yo.
Os pongo en situación (una vez más), imagino que en alguna ocasión se han sentido como llevaba haciéndolo el Alber. Me vais a entender y comprender el sentido de la medalla. Típica mañana de miércoles, media mañana. Lugar, oficina. Frente a la pantalla del ordenador, totalmente centrado en lo que tienes delante. Hasta que no sabes ¿por qué?, empiezas a oír la letra de canción, que está sonando. Vas poniendo poco a poco todos tus sentidos en las palabras qué van diciendo, ¡¡boom!! Empiezas a pensar, a darle vuelta y vueltas. Vamos a marear y marearte (que ataque mas gratuito, nunca mejor dicho).
Quince días por delante, sin trabajar claro. Maldita letra, sigue, no para, hay metiendo el dedo en el corazoncito. Cuando estas a punto de la lágrima, se cuela entre medias, palabras, alguien te las dijo en algún momento. En mitad de aquella batalla mental y emocional, viajar, viaje. Tu cerebro reacciona, se activa la maquinaria.
Dos días después, estoy cogiendo un taxi, dirección aeropuerto. Viajar, viajar, es lo único que hay en mi cabeza en ese momento. Maldita canción, me ha hecho pensar. Ya esta hecho, viajo a Croacia. Destino desconocido totalmente para mi, pero en esos momentos en los que te replanteas todo y parece que estas perdiendo un poco el norte. Es una buena medicina.
Tengo que decir que este es uno de esos viajes que uno se vuelca un poco mas y me apetecía romper un poco con los últimos viajes, necesitaba acción, cultura, ¡¡sentirme vivo!!.
Primera parada, Dubrovnik. La perla del adriático, mira que había leído, visto fotos, juego de tronos,star wars, españoles por el mundo. Pero cuando mis ojos pudieron observar las vistas de la ciudad amurallada, me quedé con la boca abierta, un espectáculo para el alma. Son de esas cosas que por mucho que te digan, no es suficiente. Os invito a que seáis vosotros quienes pongan los adjetivos, sustantivos.
Subí a las murallas, visite el Palacio Sponza, mezcla de estilos góticos y renacentistas. Un poco como yo, intenso e innovador. (Nota curiosa: el nombre proviene de la palabra “spongia”, para que nos entendamos “Esponja”. Parece ser que era el lugar destinado almacenar el agua de lluvia, aunque nunca se uso para su cometido). Menos mal, porque es una pasada. Me lo imaginaba lleno de agua. No, no. ¡¡Mi no entender!!.
Monasterio franciscano, Catedral de la Asunción. El Palacio del rector, vamos que me sentí La Khaleesi, madre de dragones. En todo su esplendor. Me vine arriba.
Os soy sincero, me decante por viajar a Croacia porque hacia tiempo leí en una revista, lo típico cuando estas en la sala de espera del dentista, que te da por leer el Hola o el Cuore, de hace meses, eso si. Me llamo la atención una entrevista de mi queridísima amiga Falco, Tamara Falco. Había viajado a un santuario mariano en Croacia, ella necesitaba recuperar la fe, no sé qué más historias contaba, pero aquello se me quedo. La maldita cancioncita me removió.
Aunque hacia un año, que regresé de Canarias, no había conseguido remontar. Quizás no me había enfrentado a ello, decidí dejar que el tiempo pasara (gran error amigos). Por mucho que miremos para otro lado, llega un momento que tienes que mirar al frente, afrontar la realidad. Siguiendo las palabras de mi amiguísima, me encamine dirección Zagreb, Marija Bistrica. Esperaba que la virgen, negra se apiadara de mi e hiciera algún que otro milagro, algo pequeñito, tampoco quería abusar.
Tengo que reconocer, que no soy muy devoto y todas estas cosas me dan curiosidad. En el ambiente se respiraba fe, era extraño pero te hacia sentir bien. Recorrí el santuario, decidí apuntarme a un retiro de un par de días allí en el santuario. Pensé: “de aquí salgo totalmente renovado”, ya que estaba allí tenía que intentarlo, como veis el Alber no pierde oportunidad.
Cinco de la mañana, en pie. No entiendo la manía de tenerse que levantarse tan temprano. La cuestión, que allí en mitad de la basílica, estaba ya el grupo sentado. Llegue tarde, con las legañas en los ojos, estaba para foto en ese momento, menudo careto tenía que llevar. ¡¡ Qué lastima !!
Me senté en el primer hueco que vi. Cogí un libro que había. Tal cual lo cogí, lo volví a dejar. La lengua no se me da mal, pero la gramática se me atraganta un poco. Y como los cánticos con los que me estaban deleitando, no sabia por donde cogerlos. Decidí poner el modo automático y dejar que la mente viajara, que se liberara. Se supone que a eso había ido.
Como a la hora de estar viajando, con un hilo musical un tanto místico de fondo. Las voces cesaron y del ruido pasamos a un silencio sepulcral. Yo seguí al grupo, hacía lo que el resto. En un patio verde, con unas fuentes preciosas. La gente se empezó a dispersar, se iban aislando unos de otros. Pensé voy hacer lo mismo, busqué un rinconcito cerca de una fuente, que estuviera fresquito.
Y allí me senté, realmente me preguntaba que estaba haciendo. Pero apoye mi espalda y un rayo de sol se aproximaba a mi cara, peligro, mucho peligro, demasiado diría yo. Tanto que tres horas después estaba con la boca abierta, roncando como un cerdo y con la gotita de saliva deslizándose por mis labios. Todo un cuadro.
Lo mejor de todo, que fue un compañero del grupo quien vino a despertarme, que vergüenza. Esa fue mi presentación. Dicen que no hay mal que por bien no venga, gracias a mi patética actuación, conocí a mi bailaor. Sorpresas te da la vida. Casualidad, decirme vosotros. Era español, cordobés para ser mas exacto. Hacen falta más detalles.
Al terminar de cenar, hicimos una pequeña oración para cerrar el día. Después mi bailaor se acercó, obviamente no sabía dónde meterme (soy lo peor). Antes de que dijera cualquier cosa, me lance y me disculpe, intenté que borrara esa imagen de su cabeza, excusas, justificaciones, que tuviera otro concepto del Alber.
Paseamos por el jardín, el lugar de los hechos. Hablamos, nos contamos nuestras vidas, risas y cero contacto. No estaba yo receptivo, necesitaba centrarme. Pero al llegar al pasillo, antes de despedirnos me dio un abrazo. Desde el dedo del pie hasta el ultimo pelo de mi cabeza, una sensación, toda la piel erizada.
Hacia un año, que no me sucedía, no había sido consciente de ello. Eso me preocupo y rápidamente le di las buenas noches. Me encerré en mi habitación, miedos, preocupaciones, heridas. Viajaron desde el pasado hasta esa habitación. Era el momento.
Dos días después mi aventura mística, había llegado a su fin. Había conseguido parte de mi propósito y encima el destino estaba de mi parte. Mi bailaor me propuso compartir algún que otro día mas por tierras croatas.
Acepte, obvio. Había ido a reencontrarme y le había encontrado a él. Tenía la necesidad de volver a sentir, sentirlo. Una vez más, llamarme egoísta, interesado, lo que queráis decirme. Pero no desaproveche la oportunidad, a nadie le amarga un dulce. Era extraño, no le conocía de nada. Nunca le había visto, pero era como si nos conociéramos de años. No había tenido tanta conexión con alguien tan desconocido. No necesitaba decirle, era impresionante, lo que se me pasaba por la cabeza en ese momento, él me lo ofrecía. Era como si leyera mi mente. Tengo que reconocer que me asusto un poco pero me daba mucho morbo la situación.
Solo con mirarnos nos entendíamos, que decir del contacto. El roce con su piel, me erizaba toda piel. Me hacia viajar a rincones idílicos, mágicos. Era un cuento de hadas. Tengo que reconocer que llegue a engancharme a su piel. Mis dedos no dejaban de dibujar mensajes en su piel, suave, delicada. Durante horas y horas, que pasaban a una velocidad, era como si el tiempo se detuviera ante nosotros y solo estuviéramos él y yo, solos los dos. El resto sobraba.
Viajamos a lo largo y ancho de Croacia, hicimos una ruta espectacular por las islas. Las islas Dálmatas, Pag, Korcula, Kornati, Uglian y Pasman, Hvar (nota recomendación: no podéis perderos el Hula Hula Party, tomarse una copita en esas terrazas, unas vistas, unos atardeceres, magia en estado puro). No salía del asombro, a cada paso que dábamos. Daba igual, tenias de todo lo que querías, una gastronomía para chuparse los dedos, historia, arte, playas paradisiacas, cultura. Un agua, unos colores y unos atardeceres, ¡¡ me pierden !!. Son tan románticos.
Nuestro ultimo paseo juntos, antes de viajar de nuevo a la realidad, la costa Sibenik. Al día siguiente mi bailaor, terminaba sus vacaciones, su retiro. A mi me quedaban un par de días más, los cuales aproveche para perderme por las tiendas de Dubrovnik, un poco de consumismo, recapacitar y asentar todo lo que me había pasado los diez, doce días anteriores. No daba crédito, había dado por fin con él.
Al final voy a creer que algún milagrito hizo por mi. Había conseguido mi objetivo, volver a sonreír y dejar atrás los fantasmas del pasado, dar carpetazo y cerrar el capitulo. Mi marques paso a mejor vida. Y de regalo conocí un destino, un país, Croacia. Tengo que reconocer que siempre lo guardare en un rinconcito de mi corazón. Vine totalmente renovado, mental y emocional.
Y con una ilusión nueva, vida renovada. Voy a tener que darle las gracias a la maldita cancioncita, la gota que colmo mi vaso (acción, reacción, viajar).
Pero todo no podía ser tan perfecto. Mi bailaor venia a recogerme al aeropuerto, habíamos organizado un reencuentro, algo sin precedentes. Me iba a llevar a un tablao, iba a tener el placer de poder verle en acción, estaba nerviosito. Tanta pasión me desborda, pero me volvía loco.
El vuelo se me hizo eterno, menudo viajecito. No veía el momento de tenerlo frente a mi, no se que me había dado este hombre, que me tenia totalmente enganchado. Había recuperado la fe.
Aterrizamos en Madrid, salí como loco deseando verlo. Mi sorpresa, no estaba. Estuve mas de diez minutos buscándolo, pero nada de nada. Resulta que antes de apagar el teléfono, le conteste a un mensaje y el maldito corrector, tan oportuno. Cambio la palabra y mando otra cosa que yo no quería poner. Yo, tan rubio como suelo ser, apague el teléfono y no repare en ello. Pero parece ser que a él no le sentó tan bien y no lo entendió. Cuando encendí el teléfono, me quede a cuadros. No sabia que tenía la piel tan fina.
A los dos o tres días, mantuvimos una conversación. Pero el bailaor que yo conocí en tierras croatas, no se parecía ni por asomo al que se presentaba ante mi.
P.D.: “Sube a este tren, hay paisajes que solo veras una vez. Sube a este tren, es probable que no vuelva a pasar”. ¡¡Viajar, viajar!!.
Alber