Volver a ti, volver a mi, volver…
…Volveremos
Volver, con la frente marchita, con la cabeza alta y el corazón fuerte, con sus heridas cerradas y quizás cicatrizadas. Volverte la cara, la vista, perder el rumbo por unos momentos. Mirar, volverte a ver, volvernos a encontrar. Una copa de vino, Madrid y Alber. Volver.
En estas ultimas semanas, volver. Solo quería volver, no me lo podía quitar de la cabeza. Un poco obsesivo, quizás. Quiero, quería volver, pero no sé. Se me habrá olvidado el camino, la dirección o donde volver. Con toda esta confusión, información, desinformación, poca claridad, tanta incertidumbre. Uno va a perder la cabeza, si no la hemos perdido ya.
Se que soy rubio, pero hasta ciertos limites. Que esa es otra, que secuelas nos vamos a llevar o mejor se van a quedar, cuando toda esta euforia pase. Cuando volvamos a nuestra rutina, nuestro día a día, nuestras cañas, escapadas, relaciones, etc. Serán tiempos difíciles para el amor, para las emociones. Tengo miedo, quiero volver.
Volver a lo de antes, a levantarme cada día, con nuevas ilusiones. Nuevas aventuras que vivir y descubrir. Esos pequeños rincones que hacen que el mundo sea magia. Volver a vivir, sin miedo. De ir, venir, estar, de quedar. De reír y llorar. Volver a tener esperanza, cuando me cruce con tus ojos. Volver.
Cinco meses, con sus ciento cincuenta noches, aproximadamente. Tarde en reaccionar al mensaje del marques. Es tiempo, lo sé. Pero no quería volver a caer. Estaba en un momento dulce, hacía tiempo que no tenía lo que la vida me había puesto por delante. Se que no son excusas y no tengo justificación, no pretendo hacerlo.
Volver, es lo único que sabia hacer. Era la única esperanza que tenía, que me hacía levantarme cada mañana, volver y saber que estarías ahí. Tropezar, volver la cabeza y ver que estas ahí. Nos acomodamos a que estés ahí, volver y verte ahí. Es como nos educan o pretenden hacerlo. Las emociones nunca han estado bien vistas, yo no entiendo que han hecho para que se las trate y se las juzgue de esa manera.
Tener emociones, volver, sentirlas, vivirlas, expresarlas, no van hacer que seas peor o inferior al resto. No eres débil. Esos son falsos mitos, como la depilación con cuchilla. Esta más que demostrado. Vivir rodeado de emociones y aprovecharlas para crecer, reír, hacer de esta experiencia una aventura real, más si cabe.
En ese tiempo me pregunte, me recrimine más de una, dos, tres veces, noches. Volver, ahora. Tuve más de una crisis mental y emocional. Pero estaba mi inglesito. Ingenuo de mi, que lastima. Pensaba que una mancha de mora con otra se quita. Que equivocado está el refranero, en este sentido.
Claro, que si eres de esos que ni sienten, ni padecen. Que todo te la resbala, eres tan egocéntrico que te crees invencible. Obvio, que el refranero español esta hecho para ti. Pero como tengas un poco de sentimiento, sustituir, reemplazar uno por otro. Lo tienes jodido.
Todas las historias, nos guste o no. Tienen que tener su principio y su fin. El final es nuestro destino. Los capítulos inacabados, en muchas ocasiones te hacen volver. Volver a camino o destinos, que no son los que mas te benefician. Después de un reencuentro de emoción, pasión. Todo vuelve a ser como antes. Entonces, para que volver.
Tenemos una oportunidad, para empezar. Es volver, pero no de la misma forma, ni al mismo precio. Ese es el Alber. volver a ser yo, defender quien eres, lo que eres. Es tú elección, tú forma de vida. No es solo viajar, no es solo volver. De ti depende, como volver.
En ese tiempo, en el que volvía la cara hacía el lado que no correspondía, que me hacía el loco y me dejaba querer por mi inglesito. Pensando que todos los problemas, terminarían ahí. Decidí aventurarme y escribir. No sé cuando obtendré respuesta, quizás a los minutos, horas, meses, días, años. Si decide responder.
No sé, porque tarde tanto tiempo en reaccionar. Como volver, lo tenía muy claro, soñaba, no dudaba que serías el hombre de mi vida, mi marques, mi príncipe. Creía que te había enterrado en Canarias. Pensé que lo nuestro se quedo allí, murió. Ya no formabas parte de mis pensamientos, vivía sin ti. En mi día a día no había hueco para ti, ya no. ¿Por qué, dudo?. Volver, como volver…
En esos cinco meses, visite Alemania. Me hice una escapada, volver a volver. Aprovechando lo enamorado que estaba mi inglesito, me propuso una escapada a Berlín. Tres, cuatro días. Acepte la proposición, con lo que me gusta a mi viajar, descubrir, volver. Que me pierde una aventura. Otra vez más, ventanilla y el avión no va muy lleno. Empezamos con buen pie el viaje, esto es solo el comienzo, lo que tiene que ser, tiene que serlo.
En el taxi, camino del hotel. Recibo un mensaje de mi querido inglesito. Llegó, me espera en la habitación. Por fin, abro la puerta y ahí esta. Ahora a comernos Berlín, que ganas de patear, descubrir, conocer y compartirlo con él. Nuestra primera parada fue en el barrio de Schönenberg.
Tengo que reconocer que la escena gay esta muy diversificada. La homosexualidad es un elemento más que hace de Berlín, una ciudad multifacética y tolerante. No hay una zona delimitada a espacios o lugares “típicamente gay”. Aunque si están definidas algunas zonas que históricamente han sido gay-friendly. El alcalde de Berlín, es gay. Declarado públicamente. Volver a volver, me encanta. Un ejemplo de tolerancia e igualdad.
Visita obligada, Plaza Nollendford. Monumento en honor y recuerdo de las victimas homosexuales del nazismo. Que también las hubo, aunque no se quiera hablar de ellas. Hubo homosexuales en los campos de concentración. Estos temas me encienden, tenía muchas ganas de adentrarme en esta parte de la historia. Volver.
Recorrimos sus calles, la Puerta de Brandemburgo, Muro de Berlín, Checkpoint Charlie, monumento al Holocausto. Con sus selfies correspondientes. Bailamos en el Hafen, nos confesamos en Blond. Todo iba sobre ruedas, no podía ser mas perfecto.
El broche fue comernos un currywurst, (nota informativa: dícese de una salchicha con kétchup y curry). Dicen que no has estado en Berlín, si no has comido al menos una. Retos al Alber, no me lo pienso ni dos veces.
Los días iban pasando y todo parecía hecho a medida. Estaba feliz, eso aparentaba mi cara, pero no terminaba de estarlo. Volver, volver, me rondaba la cabeza. El alma atrás y para adelante. Berlín me enseño, que hay que cerrar el pasado y mirar al futuro. Hay que recordarlo, para que no vuelva a suceder. Ser conscientes, pero no volver a caer.
Nuestra penúltima noche, mi inglesito me propuso ir a Snax. Obvio acepte, no tenía ni idea, me explico que era una fiesta muy importante, solo se celebraba dos veces al año. Fiesta conjunta del Berghain y el Lab.Oratory, para que nos entendamos el club más famoso del mundo y el sex club más conocido de Berlín. Una buena combinación.
Menudo fiestón, totalmente recomendable. Aunque sea una vez, yo pensaba que había visto mundo. Pero allí me di cuenta, que no te acostaras sin aprender una cosa nueva. Y tanto, descubrí una faceta de mi inglesito desconocida, totalmente desconocida. Tengo que reconocer, a pesar de los pesares. Que fue una gran fiesta, impresionante.
Mi noche terminó sentado en un banco, acompañado de una chica. Paula, creo que se llamaba. Volver a volver. Mi inglesito decidió cambiarme por tres chicos más, esa noche aprovecho para mostrarme quien era, fetiches, azotes, flagelaciones. Respeto todo, pero ese mundo no es para mi. No quita algún que otro azote, pero en otro contexto, más por la parte pasional. Volver a la realidad, a mi realidad, aceptar o volar.
Un par de horas más tarde, estaba sentado en un tren, camino de Hamburgo. A mi lado Paula. Mi pañuelo de lagrimas la noche anterior. Me quedaban días de vacaciones del año pasado, decidí ampliar mis días en Alemania. Si aquello había pasado así, tenía que descubrir el por que. Quien era aquella chica.
No entendí muy bien la situación, pero me deje llevar. Se que no tuve mucha cabeza, en aquel momento. Pero estaba cansado de mentiras, de engaños, de cuentos de hadas que terminan mal. Y para más colmo, sin parar de pensar en volver, de replantearme. Aquel mensaje del marques no paraba de martirizarme. Necesitaba volver, volver conmigo, vivir. Aventuras te ofrece la vida.
Resulta que Paula vive en Hamburgo y después de la noche que pasamos, ella me invito unos días, pensó que me podría venir bien. Es valenciana, de la terreta. Si que es famosa la fiestecita, ella había ido con unos amigos. Pero se llevo el mismo chasco que yo, quizás eso no unió.
Fui directo a la cama, necesitaba dormir. Intentar olvidar, volver, olvidar. Ya no sabía que debía de hacer. Una cuantas horas después, abrí los ojos, una ducha y listo para conocer una ciudad nueva. Paula me llevo a recorrer las calles, me conto cientos, miles de anécdotas, historias. Es la segunda ciudad más grande de Alemania y la “Puerta de entrada al mundo”, debido a su puerto y la importancia de este.
Volver, desde la colonización hasta los innumerables desastres que había sufrido la ciudad, el incendio de 1842, epidemia de cólera, bombardeos de la segunda guerra mundial y la inundación en 1962. Toda un ejemplo de superación, de pérdidas, tropiezos y volver a empezar. En ese momento, sentí que tenía que estar allí.
Nuestro día termino en St. Georg distrito. Entre cerveza y cerveza, Paula no paraba de contarme historias, más historias, detalles. No podía parar de reírme, era curioso solo hacía unas horas que nos habíamos cruzado y parecía que llevábamos años haciendo esto. Gracias a la vida, por estos regalos, que solo el viajar te permite. Volver a ser feliz.
Baluga Bar, Tom’s Saloon, Wunderbar, fueron nuestro escenario esa noche. Al día siguiente hicimos un pequeño tour por la ciudad, ayuntamiento de Hamburgo, speicherstadr, calle imprescindible para volver a otras épocas, magia en estado puro, iglesia de San Miguel, calle Deichstrasse, volver a soñar, fachadas de cuento de hadas, volver al siglo XVII, ese estilo neerlandés del XVIII.
Pensaba que el barrio rojo era algo exclusivo de Ámsterdam, Hamburgo también tiene el suyo, Barrio de St. Pauli, la milla del pecado. Incluso más grande que el famoso barrio de la ciudad de Ámsterdam y uno de los mas grandes de Europa, eso quiere decir que hay más de un barrio rojo en el continente. Cuanto se aprende viajando.
Bruno’s fue testigo y cómplice de nuestra última noche juntos. Había podido alargar unos días, pero no semanas. Tocaba pensar en volver. Paula me hizo olvidar, dejar a un lado el mensaje, la traición, el marques. Mis últimas semanas, en resumidas cuentas, es tan delgada la línea entre el amor y el odio.
De vuelta a casa, hicimos una última parada en un rincón mágico. El rincón favorito de Paula, un pequeño callejón que te transporta al sigo XVII. Al comienzo, volver a recordar el Hamburgo de antes de la Segunda Guerra Mundial, que dejo devastada la ciudad, casi reducida a cenizas. Un nuevo volver, resurgir, Krameramtswohnungen.
Como de resurgir iba la noche, Paula aprovecho el momento, la situación. Se sincero, se mostro tal y como es, sin tapujos, me desnudo su corazón, su alma. Paula es una chica transexual, mátame camión. Ni se me había pasado por la cabeza, la verdad que me dejo con la boca abierta.
Llevaba dos años viviendo en Hamburgo y hacía más de ocho que había conseguido su sueño, ser quien ella es. Poder mirarse a una espejo y reconocerse, sin miedos, sin complejos. Hamburgo le había dado una segunda oportunidad, un volver a nacer. Le había permitido ser quien es, sin tener que esconderse, pudiendo llevar una vida digna y que ella elige, decide, tiene oportunidad.
Es muy triste tener que irte a miles de kilómetros de tus raíces, de tu gente, para poder tener una oportunidad. No elegimos cuando nacemos, es de las pocas cosas que debemos aceptar, pero no resignarse. Volver a ser feliz, volver a ser yo, quien soy de verdad, dentro de mi. Es curioso que estemos en el mismo tiempo, en la misma época, que sea tan diferente unas mentalidades y otras, unas ciudades, mismo continente. Volver, volver a que.
Hamburgo le había dado la oportunidad de escoger, de trabajar, elegir entre varios sectores más allá de la prostitución o la mala vida. Que era lo único que nuestro país le ofrecía, aparte de estar señalada a cada paso que daba. Se había enamorado, había tenido una relación de un año, más o menos. Se la veía feliz, fuerte, segura.
Paula era como Hamburgo, una ciudad que a pesar de haber quedado reducida a cenizas, había conseguido renacer, resurgir y sonreír a la vida, volver a caminar con la cabeza bien alta. No sé si era consciente de todo lo que estaba pasando, me había dado una lección de vida. Me había aportado tanto, fue un claro de luz en mitad de mi batalla mental.
Ahora entiendo, porque llego así y en ese momento. Me siento un afortunado, por haber cogido ese tren, Paula se había convertido en un ser mágico en mi vida, a partir de ese momento y hasta día de hoy. Puso luz y algo de realidad a mi camino cuando no sabia donde estaba, hacía donde volver, que locura.
Nos despedimos, aunque los dos sabíamos, que más pronto que tarde volveríamos a vernos. Me puse rumbo a Berlín. Pensareis que es una locura, pero encontré un billete súper baratísimo que salía de allí y el horario era lo mejor.
Antes de poner fin, necesitaba, me apetecía perderme con mis recuerdos, mis historias, mis idas y venidas, volver. Aprovechando que un amigo de Paula, me podía acercar. Todo a pedir de boca. Era momento de poner a mi marques en su sitio, era momento de volver.
Después de un par de horas aproximadamente, estaba de vuelta en Berlín, el viaje había sido entretenido, aproveche para ponerme al día con el alemán, salir por unos minutos de la batalla campal, que tenía montada en mi cabeza.
Me dejo cerca por el centro de la ciudad, nos despedimos y comencé mi marcha. Caminaba, volver, andaba, perdía mis pensamientos, volaban, venían, miraba para otro lado, intentaba buscar una solución, poner remedio a esta situación.
Recordaba a Paula, todo lo que me había contado. Volver a ser yo, luchar por mi y por lo que quiero. Que fácil se ven los toros desde la barrera. Pero cuando estas frente a frente con el problema, las cosas se complican. Resurgir, volver, volver con más fuerza.
No podía dejar de pensar, volver. Me vine arriba y decidí escribir a mi marques, responder a ese mensaje que meses atrás me envió. Ahora un mar de dudas recorría mi mente, mi corazón, miedo, nostalgia. Había hecho lo correcto, no se si he dado el paso correcto. Pero en estos momentos, le extraño. Volver, volver a compartir.
Ahora solo toca esperar, respetar su espacio. Como el ha hecho conmigo o eso creo yo. Avanzando o intentándolo. De vuelta a Madrid, tras varias horas con el teléfono apagado, al encenderlo mi corazón late, que nervios. Pero no recibo la respuesta que esperaba. Debería pensar en un siguiente destino, volver a viajar.
P.D.: Hay que volver, tenemos, debemos volver. Permitirnos esas segundas oportunidades, tropezar y volver a levantarse. Un par de días desde mi llegada a Madrid, recibí respuesta del marqués.
Alber.